El agua tiene algo especial que muchos niños autistas encuentran fascinante. Aunque cada persona es diferente y no todos disfrutan igual, hay algunas razones comunes que pueden explicar por qué el agua resulta tan atractiva para muchos de ellos.
1. Sensación de calma y seguridad
Para muchos niños autistas, estar en el agua es como recibir un abrazo continuo y envolvente. La presión que ejerce el agua sobre el cuerpo les proporciona una sensación de calma muy similar a la de una manta con peso o un abrazo profundo. Esto puede ser especialmente reconfortante cuando están ansiosos o sobrecargados sensorialmente.
Ejemplo real: Laura cuenta que su hijo, cuando está nervioso o sobrecargado, pide ir a la piscina porque el simple hecho de sumergirse le ayuda a relajarse. El agua parece «abrazarle» y eso le devuelve la tranquilidad.
2. Desconectar del ruido y la sobrecarga
El agua puede actuar como un refugio sensorial. Cuando los niños están sumergidos, los ruidos del entorno se apagan o se suavizan. Además, la sensación de estar rodeado de agua reduce el impacto de otros estímulos visuales, creando un ambiente mucho más tranquilo y predecible.
Ejemplo real: Carlos disfruta de bucear porque dice que, bajo el agua, el mundo se queda en silencio. Para él, es como un «descanso» de todo el ruido diario.
3. Movimientos suaves y libres
El agua permite moverse de manera fluida y repetitiva sin restricciones. Muchos niños autistas encuentran placer en balancearse o flotar, y el agua les facilita hacerlo de forma natural. Esto puede ayudarles a regular su sistema sensorial y encontrar un ritmo que les resulta agradable.
Ejemplo real: El hijo de Marta podría pasarse horas dando vueltas en el agua. Dice que le gusta porque se siente ligero y libre, y nunca parece cansarse de esos movimientos repetitivos.
4. Reconectar con su propio cuerpo
A veces, el agua ayuda a muchos niños autistas a sentir y reconocer todo su cuerpo al mismo tiempo. Esa sensación de «estar completo» puede ser muy gratificante, especialmente para aquellos que suelen tener dificultades con la percepción corporal.
Ejemplo real: Andrés siempre ha tenido problemas para identificar partes de su cuerpo cuando se le pide que las señale. Sin embargo, cuando está en la piscina, parece mucho más consciente de sus movimientos y disfruta explorando cómo el agua toca cada rincón de su piel.
5. Un interés especial que va más allá
Para algunos niños autistas, el agua se convierte en un interés profundo y duradero. Les encanta nadar, chapotear o incluso ver vídeos de océanos y ríos. Esta conexión especial puede durar años y convertirse en una actividad clave para su bienestar emocional.
Ejemplo real: El pequeño Diego puede pasarse horas viendo documentales de animales marinos. Su madre ha aprovechado este interés para motivarle a aprender a nadar, y ahora la piscina es su lugar feliz.
¿Qué podemos hacer como familias?
Si a tu hijo le encanta el agua, puedes aprovecharlo como una herramienta para la autorregulación. Crea rutinas que incluyan momentos de baño relajantes o, si es posible, tiempo de piscina. Además, busca actividades acuáticas adaptadas en tu localidad, ya que muchos niños autistas encuentran en el agua un espacio seguro y placentero.
Cuéntame, ¿tu peque también disfruta del agua? ¿Cómo lo vive? ¡Me encantaría conocer vuestra experiencia!
Bibliografía recomendada:
- Grandin, T. (2006). El cerebro autista. Vintage.
- Prizant, B. (2015). Uniquely Human: A Different Way of Seeing Autism. Simon & Schuster.
- Ayres, A. J. (2005). Integración Sensorial y el Niño. Western Psychological Services.
Si sientes que necesitas apoyo para comprender mejor las necesidades sensoriales de tu hijo, acompaño a familias que están pasando por lo mismo. Escríbeme y vemos cómo puedo ayudarte.
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Susana Ariza Cantero
Divulgadora de Autismo
Fundadora de Vivir el Autismo
Susana@vivirelautismo.com
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