El autismo es una condición del neurodesarrollo que acompaña a la persona durante toda su vida. No es una enfermedad ni algo que deba curarse, sino una forma diferente de procesar el mundo. Afecta a la comunicación, la interacción social y el procesamiento sensorial, pero cada persona autista es única y tiene sus propias fortalezas y desafíos.
El término correcto para referirse a esta condición es Trastorno del Espectro Autista (TEA), aunque muchas personas autistas y profesionales prefieren evitar la palabra “trastorno” porque refuerza la idea de que el autismo es un problema en lugar de una diferencia neurológica.
Las características del autismo varían mucho de una persona a otra, pero pueden incluir:
✅ Una forma distinta de procesar la información sensorial (hipersensibilidad o hiposensibilidad a luces, sonidos, texturas, etc.).
✅ Dificultades en la comunicación verbal o no verbal.
✅ Preferencia por rutinas y patrones repetitivos.
✅ Intereses intensos en ciertos temas.
✅ Diferencias en la manera de relacionarse con otras personas.
¿Cuáles son sus causas?
El autismo tiene un origen neurobiológico y es el resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales. No existe una única causa, sino múltiples elementos que influyen en su aparición.
Factores genéticos
Las investigaciones han demostrado que el autismo tiene una fuerte base genética. Se han identificado cientos de genes que pueden estar implicados en su desarrollo, aunque no hay un “gen del autismo” específico. Lo que sí se sabe es que el autismo tiene una herencia genética compleja: en muchas familias hay antecedentes de autismo u otras condiciones neurodivergentes como TDAH, dislexia o ansiedad.
Uno de los descubrimientos más recientes en la investigación del autismo es el papel de las proteínas en el desarrollo del cerebro. Algunas proteínas esenciales para la formación y función de las sinapsis (las conexiones entre neuronas) pueden estar alteradas en personas autistas.
🔬 Ejemplo de proteínas relacionadas con el autismo:
• Shank3: Es una proteína clave en la comunicación entre neuronas. Variantes en el gen que la produce se han asociado con el autismo, afectando la forma en que las neuronas establecen conexiones eficientes.
• Neuroligina y Neurexina: Son proteínas involucradas en la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar. Alteraciones en estas proteínas pueden influir en el procesamiento sensorial y en la forma en que las personas autistas perciben el mundo.
• FMRP (Proteína de retraso mental del X frágil): Se ha visto que cambios en esta proteína pueden estar presentes en algunas personas dentro del espectro autista, afectando el desarrollo cognitivo.
Estos descubrimientos refuerzan la idea de que el autismo es una forma diferente de conectividad cerebral y no una disfunción que deba corregirse.
Factores ambientales
Si bien la genética juega un papel fundamental, algunos factores ambientales pueden influir en el desarrollo del autismo, especialmente durante la gestación. Estos factores no causan autismo por sí solos, sino que pueden aumentar la probabilidad de que se exprese en personas con predisposición genética.
Algunos de estos factores son:
• Edad de los padres (especialmente del padre) en el momento de la concepción.
• Complicaciones durante el embarazo o el parto, como hipoxia (falta de oxígeno).
• Exposición prenatal a ciertos medicamentos o sustancias químicas.
• Infecciones maternas durante el embarazo.
Es importante destacar que las vacunas no causan autismo. Este mito ha sido completamente desmentido por la ciencia. No hay ninguna evidencia de que la vacunación influya en el desarrollo del espectro autista.
Conclusión
El autismo no es un error ni un problema a resolver, sino una forma de ser y de percibir el mundo. Más que buscar una “cura” o una causa para prevenirlo, es fundamental centrarnos en comprenderlo y en apoyar a las personas autistas, respetando sus necesidades y su forma única de comunicarse.
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