La alimentación en niños autistas puede ser un desafío, especialmente cuando hay selectividad alimentaria. Muchos padres se preocupan al ver que sus hijos solo comen ciertos alimentos, evitando texturas, colores o sabores específicos. Sin embargo, es importante comprender que esta conducta suele estar ligada a la sensibilidad sensorial y a la necesidad de predictibilidad típica en el autismo.
En este post, vamos a explorar estrategias prácticas que pueden ayudarte a ampliar la variedad de alimentos que tu hijo acepta, respetando siempre su ritmo y evitando presiones innecesarias.
1. Comprende el origen de la selectividad
Antes de poner en marcha cualquier estrategia, es fundamental entender por qué tu hijo rechaza ciertos alimentos.
Posibles causas:
- Sensibilidad sensorial: Algunos niños no soportan ciertas texturas, temperaturas o sabores.
- Ansiedad ante lo nuevo: Los alimentos desconocidos pueden generar inseguridad.
- Asociaciones negativas: Si alguna vez un alimento le provocó malestar, es probable que lo rechace en el futuro.
Ejemplo:
Ana rechaza cualquier comida que tenga una textura viscosa, como el puré de patata. Tras observarla durante varias comidas, sus padres notan que también rechaza alimentos que se deshacen en la boca, como el plátano. Esto les ayuda a entender que la textura es el principal obstáculo.
2. Introduce nuevos alimentos de forma gradual
Pretender que tu hijo acepte de repente un plato completamente nuevo puede generar rechazo. La clave está en introducir pequeños cambios dentro de su zona de confort.
Estrategias:
- Acercamiento progresivo: Empieza con pequeñas cantidades mezcladas con alimentos que ya acepta. Por ejemplo, si le gustan las patatas fritas, prueba a hacerlas al horno y cambia gradualmente la textura.
- Presentación atractiva: Juega con las formas y colores. Puedes usar moldes de galletas para cortar los alimentos de manera divertida.
- Asociación positiva: Introduce el nuevo alimento en un contexto que disfrute, como durante un juego o viendo su programa favorito.
Ejemplo:
A Mateo solo le gustan los macarrones sin salsa. Sus padres empiezan añadiendo una mínima cantidad de salsa en una esquina del plato y le permiten decidir si la mezcla o no. Poco a poco, Mateo se siente más cómodo y acaba aceptando la salsa en mayor cantidad.
3. Involúcralo en la preparación de la comida
La cocina puede ser un espacio seguro para explorar nuevos alimentos. Permitir que el niño participe en la preparación puede reducir su ansiedad.
Estrategias:
- Elige recetas juntos: Dale opciones para que elija qué preparar.
- Participación activa: Deja que toque, huela y experimente con los ingredientes antes de cocinarlos.
- Hazlo divertido: Utiliza moldes, colores y texturas para que el plato final sea atractivo.
Ejemplo:
Pedro no quiere probar el brócoli. Un día, su madre lo invita a hacer “árboles de dinosaurio” con brócoli y puré de patata. Pedro disfruta colocando los “árboles” y, al final, se anima a probar un trocito porque siente que él mismo lo ha creado.
4. Respeta sus preferencias pero mantén la variedad
No se trata de forzar, sino de ofrecer opciones dentro de lo que ya acepta.
Estrategias:
- Platos compartidos: En lugar de obligarlo a comer todo el plato, coloca pequeñas porciones en el centro de la mesa y que él elija.
- Pequeños retos: Anima a probar una cucharadita de algo nuevo cada semana, sin presionar si no lo consigue.
- Opciones seguras: Asegúrate de que siempre haya al menos un alimento que le guste en cada comida.
Ejemplo:
Carla solo come arroz blanco y pollo. Sus padres deciden introducir una pequeña cantidad de guisantes mezclados con el arroz. Aunque al principio los aparta, con el tiempo empieza a tolerarlos mejor.
5. Crea un ambiente relajado en la mesa
La presión y el estrés pueden aumentar el rechazo hacia los alimentos nuevos. Crear un entorno tranquilo y predecible ayuda a que el niño se sienta seguro.
Estrategias:
- Rituales previos: Tener una canción o una actividad previa a la comida puede marcar el inicio de un momento tranquilo.
- Evita forzar o castigar: Las frases como «si no comes esto, no hay postre» pueden generar más resistencia.
- Refuerza lo positivo: Si el niño intenta probar algo nuevo, aunque sea un pequeño bocado, celébralo.
Reflexión final
Cada niño autista tiene su propio ritmo y preferencias en la alimentación. Lo más importante es mantener un enfoque respetuoso y libre de presiones, ofreciendo oportunidades sin forzar. La variedad llegará con el tiempo si el proceso es agradable y se mantiene un entorno seguro y predecible.
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Susana Ariza Cantero
Divulgadora de autismo
susana@vivirelautismo.com
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