“Ve a vestirte.”
“Recoge tus cosas.”
“Prepárate que ya salimos.”
Parece fácil, ¿verdad? Pero tu hijo se queda parado, no sabe por dónde empezar, se distrae o se enfada. Tú repites la orden, él se frustra, tú también, y al final todo termina en enfado o lágrimas.
Lo sé. Te entiendo. Porque yo también he estado ahí.
Hoy quiero contarte por qué esas tareas que parecen sencillas pueden ser un Everest para muchos niños autistas. Y la clave está en algo que casi nadie ve: la disfunción ejecutiva.
¿Qué es la disfunción ejecutiva?
Es como si el cerebro tuviera un jefe de orquesta que organiza todo: qué hay que hacer, en qué orden, cómo empezar, cuándo cambiar, cómo terminar.
En el autismo, ese jefe a veces no da las instrucciones con claridad. O lo hace, pero demasiado tarde. El resultado:
- No saben por dónde empezar.
- Se bloquean si hay más de un paso.
- Pierden el hilo fácilmente.
- Se saltan partes importantes.
- Les cuesta cambiar de tarea una vez que han empezado.
Y esto no es vagancia ni rebeldía. Es neurológico.
¿Cómo se manifiesta en el día a día?
- Le pides que recoja su habitación y se queda sentado en el suelo mirando un juguete.
- Va a ponerse los zapatos, pero se queda jugando con los cordones.
- Quiere hacer los deberes, pero solo mirar la hoja le abruma.
- No recuerda qué viene después, aunque lo ha hecho mil veces.
- Hace bien una cosa, pero no sabe pasar a la siguiente.
¿Qué puedes hacer tú para ayudarle?
1. Dale estructura visual y secuencial
No basta con decirle “hazlo”. Necesita ver los pasos de forma concreta. Usa pictogramas, fotos o dibujos para dividir la tarea.
Ejemplo: Para lavarse los dientes:
- Coger el cepillo
- Echar la pasta
- Mojarlo
- Cepillar
- Escupir
- Enjuagar
2. Una cosa cada vez, y con calma
Evita frases como “haz los deberes, recoge tu mochila y lávate las manos”. Eso colapsa. Mejor:
“Primero los deberes. Luego te aviso para lo siguiente.”
3. Anticípale los cambios y transiciones
Pasar de una actividad a otra puede ser muy difícil. Necesita saber que el cambio viene.
- “En 5 minutos dejamos la tablet y vamos a cenar.”
- “Cuando termine esta canción, toca ponerse el pijama.”
4. Celebra los logros, aunque parezcan pequeños
Si hoy ha hecho dos pasos sin que se lo recuerdes, ¡es un triunfo! No esperes la perfección, valora el progreso.
Frases que ayudan:
- “¡Has cogido el cepillo sin que te lo diga! ¡Bien hecho!”
- “Veo que te has organizado muy bien con los deberes.”
5. Ten paciencia con sus bloqueos
Si no sabe por dónde empezar, no le regañes. Ayúdale con preguntas guía:
- “¿Cuál sería el primer paso?”
- “¿Qué te ayudaría a comenzar?”
Metáfora: su cerebro es como un navegador con mal GPS
Tu hijo sabe a dónde quiere ir, pero su “GPS interno” tarda en calcular la ruta. Y si hay un desvío, se bloquea o se pierde. No le grites desde fuera, entra en su coche y ayúdale a volver al camino.
Conclusión: No necesita presión, necesita dirección
Tu hijo no es un niño flojo, ni distraído, ni desobediente. Es un niño cuyo cerebro necesita más apoyo para ejecutar tareas cotidianas. Y cuando tú entiendes esto, dejas de pelear y empiezas a acompañar.
Cada vez que le das una estructura, un paso visual, una guía amable, estás construyendo autonomía. Y eso vale más que mil regañinas.
Estás haciendo un trabajo precioso. Aunque a veces no se note, él lo siente.
Susana Ariza – Divulgadora de Autismo
Correo: susana@vivirelautismo.com
Web: vivirelautismo.com
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