Hay niños que quieren hablar… pero no pueden.
No es que no tengan nada que decir. Al contrario: muchas veces tienen el pensamiento lleno de ideas, preguntas, emociones y ganas de compartir.
Pero su boca no les obedece. Las palabras no salen.
Eso es apraxia del habla: una condición neurológica que dificulta la coordinación de los movimientos necesarios para hablar. El cerebro sabe lo que quiere decir, pero no consigue organizar la secuencia precisa de movimientos de la lengua, labios, mandíbula y cuerdas vocales. Es como si la ruta entre el pensamiento y la palabra estuviera bloqueada.
Cuando se da junto con el autismo —y ocurre más de lo que imaginamos—, el riesgo de incomprensión se multiplica. Muchos de estos niños son etiquetados como “no colaboradores”, “desconectados”, “rebeldes” o incluso “retrasados”, cuando en realidad están atrapados en un cuerpo que no responde como ellos quisieran.
¿Cómo se manifiesta la apraxia del habla en niños autistas?
• Dicen algunas palabras, pero no las repiten de forma consistente.
• Parecen entender mucho más de lo que pueden expresar.
• A veces emiten sonidos sin intención comunicativa.
• Pueden parecer frustrados o ansiosos cuando no se les entiende.
• Usan gestos, miradas o comportamientos para comunicar lo que no pueden decir con palabras.
Y aquí viene lo importante: no se trata de falta de voluntad, ni de baja inteligencia, ni de “manipulación”.
Es una dificultad real, física, que exige apoyos adecuados.
¿Qué necesitan estos niños?
1. Ser creídos.
Aunque no hablen, tienen algo que decir. Y merecen ser escuchados con respeto. Su silencio no significa vacío, significa bloqueo.
2. Apoyos alternativos de comunicación.
Hay muchas maneras de expresarse:
• Sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC) como pictogramas o tabletas con voz.
• Lenguaje de signos.
• Gestos funcionales y comunicación por intercambio.
Todo lo que permita que el niño tenga una vía real de expresión es una inversión en su bienestar emocional.
3. Paciencia y constancia.
La apraxia del habla no se “cura” de un día para otro. Requiere trabajo constante, específico y respetuoso. Con el enfoque correcto, muchos niños logran comunicarse cada vez mejor, incluso de forma verbal, si ese camino es posible para ellos.
4. Ambientes que comprendan.
Forzar, presionar o hacer de la palabra una exigencia solo genera más bloqueo. Los niños necesitan sentirse seguros para intentarlo, sin miedo a fallar.
5. Una mirada que no los reduzca.
El lenguaje no define el valor de una persona. El hecho de que un niño no pueda hablar, no lo convierte en menos inteligente, menos consciente o menos digno de respeto.
Una nueva mirada, una nueva oportunidad
Durante años se pensó que si un niño autista no hablaba, era porque no entendía, no sentía o no podía conectar con el mundo. Hoy sabemos que eso no es verdad.
Muchos adultos autistas no hablantes están hoy alzando la voz —a través de tecnología, escritura o símbolos— para decirnos lo mismo:
“Siempre estuve ahí, esperando que alguien me diera los medios para expresarme”.
Si eres mamá o papá de un niño autista que no habla o que tiene dificultades claras para expresarse, esto es lo que necesitas recordar:
• Tu hijo no está roto.
• Tiene un cerebro que funciona de forma distinta, y un cuerpo que a veces no le acompaña.
• Pero tiene derecho a ser comprendido, respetado y apoyado.
No hablar no es lo mismo que no tener nada que decir.
Cuando el entorno cambia su forma de mirar, el niño puede empezar a florecer.
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Susana Ariza
Coach en Neurodiversidad | Fundadora de Vivir el Autismo | Divulgadora de autismo
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Bibliografía:
• Murray, D., Booth, T., McKenzie, K., & Kuenssberg, R. (2019). What does research tell us about autism and apraxia of speech? Autism Research.
• Prizant, B. M. (2015). Uniquely Human: A Different Way of Seeing Autism. Simon and Schuster.
• Doble Equipo (Valencia). Enfoque centrado en la persona y acompañamiento respetuoso en autismo.
• Vermeulen, P. (2012). Autismo: De la comprensión teórica a la intervención práctica.
• Grandin, T. (2006). Thinking in Pictures. Vintage.
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