Ser madre ya es un viaje intenso, pero cuando tu hijo es autista, el camino se vuelve aún más desafiante y solitario a veces.
Hoy quiero compartirte tres recordatorios esenciales. No son frases vacías. Son verdades que necesitas abrazar con fuerza. Y te los cuento con ejemplos reales, de los que vivimos todas.
1. No tienes que poder con todo.
Estás pendiente del colegio, de las terapias, de las citas médicas, de los ajustes, de que no se altere cuando cambia la rutina, de preparar los materiales visuales, de explicarle al entorno lo que no entiende… y además de todo eso, eres madre, mujer, persona.
El otro día una mamá me decía: “Me siento culpable si me tumbo 10 minutos porque sé que me queda preparar la agenda visual de la semana”.
Y yo le dije: “Si tú te desbordas, todo se cae. No es un lujo tumbarte 10 minutos. Es una necesidad”.
Descansar también es parte del acompañamiento.
Puedes con muchas cosas, pero no con todo al mismo tiempo. Y eso está bien.
Q2. Tu hijo no necesita una madre perfecta.
¿Sabes lo que más necesitan nuestros hijos? Sentirse queridos, comprendidos y sostenidos. No madres que nunca se equivocan, sino madres que se levantan una y otra vez.
Las que aprenden, las que adaptan, las que abrazan incluso cuando están agotadas.
Te doy un ejemplo: una madre me contaba que gritó cuando su hijo tiró toda la comida porque no quería ese plato. Se sintió fatal. Pero después, respiró, volvió, se agachó y le dijo: “Perdón por gritar. No estaba bien. Vamos a intentarlo otra vez, juntos”.
Eso vale más que cualquier terapia. Eso es vincular. Eso es sanar.
3. Tú también importas.
Muchísimas madres ponen a sus hijos primero SIEMPRE. Y eso las borra.
Dejan de ver a sus amigas, de hacer lo que les gusta, de cuidar su cuerpo, de atender su ansiedad.
Y eso, a largo plazo, no ayuda a nadie.
El amor no tiene que doler. El amor sano incluye autocuidado.
Una madre que se cuida puede sostener mejor. Y sobre todo, enseña con el ejemplo a su hijo a cuidarse también.
Piensa:
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo solo por ti?
¿Cuándo fue la última vez que pediste ayuda sin sentir culpa?
No estás sola. Y no tienes que hacerlo todo sola.
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Cierre:
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Coach en Neurodiversidad
Madre de autista
Divulgadora de autismo
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