
El despertar sexual llega. También en el autismo. Aunque muchos padres quisieran retrasarlo —o incluso evitarlo—, forma parte del desarrollo humano y es tan inevitable como necesario. En los adolescentes autistas, este proceso puede vivirse con más confusión, intensidad o vulnerabilidad. Pero no por ello debemos ignorarlo ni minimizarlo. Al contrario: es cuando más necesitan una guía clara, segura y con valores.
¿Qué lo hace diferente en el autismo?
1. Procesamiento sensorial: el cuerpo cambia, y con él, las sensaciones. Para muchos adolescentes autistas, esto puede generar incomodidad o sobrecarga: vello, sudor, cambios hormonales… todo se siente más y distinto.
2. Procesamiento social: entender lo que es apropiado, lo que no, lo que se espera y lo que no, puede resultar muy difícil. Pueden repetir frases, gestos o conductas que han visto sin comprender su significado. Necesitan que se les explique con claridad, sin rodeos y con ejemplos.
3. Procesamiento emocional: sienten deseo, curiosidad y atracción, pero pueden no saber cómo manejarlo. A veces no identifican lo que sienten o no saben si está “bien” o “mal”.
4. Vulnerabilidad: por su inocencia, literalidad y dificultad para leer intenciones, pueden ser blanco fácil de abusos o manipulación. Y también pueden ser acusados injustamente de conductas inapropiadas que no comprenden del todo.
¿Qué necesitan de nosotros?
• Información clara, directa y sin tabúes, desde pequeños. No es un solo “momento de la charla”, es un proceso continuo de formación.
• Normas y límites explícitos, no supuestos: dónde es privado, qué se puede hacer en público y qué no, cómo se pide consentimiento, cómo decir que no.
• Apoyo emocional: para entender lo que sienten, para que no se avergüencen de su cuerpo ni de sus impulsos. Para que puedan hablar con nosotros sin miedo.
• Modelos de respeto y afecto: ellos aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.
El despertar sexual no es un problema. El problema es dejar que crezcan en silencio, sin herramientas, sin explicaciones y sin protección. No los infantilices. No los dejes solos. No temas hablar. Si no lo haces tú, lo hará internet… y sin filtro.
¿Cómo empezar? Con libros adecuados, con dibujos, con ejemplos reales, con historias. Adaptando el mensaje a su nivel de comprensión, pero sin rebajar la dignidad del contenido.
Educar sexualmente no es darles permiso para nada. Es darles luz para que no tropiecen en la oscuridad.
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Espero que este post te haya ayudado. Si necesitas más ayuda, visita mi web:
Susana Ariza
Coach en Neurodiversidad
Madre de autista
Divulgadora de autismo
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