Cuando hablamos de comunicación autista solemos pensar en palabras, CAA, gestos… pero hay otra forma de “comunicar” de la que casi nadie habla: el camuflaje social. Es esa máscara que muchos niños, adolescentes y adultos autistas se ponen para parecer “normales” y no meterse en problemas.

En este Día 26 del Mes de la Comunicación Autista vamos a mirar el camuflaje no como un rasgo de personalidad ni como “portarse bien”, sino como lo que también es: un esfuerzo brutal por comunicar como esperan los demás, a costa de silenciar la propia voz.

1. ¿Qué es el camuflaje social cuando hablamos de comunicación?

Las investigaciones lo definen como un conjunto de estrategias para esconder o compensar rasgos autistas, de forma que desde fuera parezca que la persona es neurotípica. Es decir: adaptar la forma de comunicarse para pasar desapercibida en un mundo que no está hecho a su medida.

En la práctica, muchas personas autistas cuentan que el camuflaje significa:

• Imitar cómo hablan y gesticulan sus compañeros: tono de voz, frases hechas, bromas.
• Forzar contacto visual porque se les ha repetido que “si no miras a los ojos es de mala educación”.
• Reprimir movimientos que les ayudan a regularse (balancearse, aletear, jugar con las manos) para que no se rían de ellos.
• Ensayar conversaciones en su cabeza antes de hablar para no “meter la pata”.
• Responder “estoy bien” aunque por dentro estén agotados, con dolor de cabeza o al borde de un meltdown.

No deja de ser comunicación: solo que es una comunicación forzada y vigilada, donde la prioridad es no molestar y no llamar la atención.

2. Cómo se ve el camuflaje en el cole (y por qué en casa explota todo)

Muchas familias viven el típico comentario: “En clase está perfecto, el problema lo tenéis en casa”. Eso ya es una pista muy fuerte de que puede haber camuflaje.

Algunas señales de camuflaje en el entorno escolar:

• En el aula parece tranquilo, obediente, “adaptado”, pero al llegar a casa hay explosiones, llanto o shutdown.
• No pide ayuda aunque esté perdido con la tarea. Prefiere copiar a otros o quedarse bloqueado antes que reconocer que no entiende.
• Dice que todo está bien, pero se queja de dolor de barriga, cabeza o cansancio extremo casi todos los días.
• Evita usar su comunicador o apoyos visuales en público porque “no quiere parecer diferente” o teme burlas.
• En las reuniones del cole describen a un niño y tú, en casa, ves a otro completamente distinto.

Lo que ocurre es que el niño está usando su energía para actuar un papel comunicativo: hablar lo justo, sonreír cuando toca, aguantar el ruido, no moverse demasiado, no corregir al profe aunque algo esté mal… Cuando llega a casa y la máscara se cae, aparece el verdadero nivel de saturación.

3. ¿Por qué camuflan? El mensaje que han recibido del entorno

Casi nadie se pone una máscara por gusto. El camuflaje suele ser una respuesta a mensajes explícitos o implícitos que la persona ha recibido durante años:

• “No hagas eso con las manos, que se van a reír de ti.”
• “Mírame a los ojos cuando te hablo.”
• “No digas siempre lo primero que piensas, quedas raro.”
• “No puedes ir con la tablet/comunicador a todas partes.”
• “Si quieres amigos, tendrás que esforzarte más en ser como los demás.”

El mensaje que se queda grabado es: “Tal y como comunico de manera natural no soy suficiente; tengo que cambiar para ser aceptado.”

Las investigaciones sobre camuflaje en personas autistas hablan precisamente de esto: un intento continuo de “poner mi mejor versión normal” para evitar rechazo, bullying, castigos o diagnósticos tardíos. Pero ese esfuerzo tiene un coste alto en salud mental, ansiedad y sensación de identidad rota.

4. Cómo se vive el camuflaje desde dentro

Muchas personas autistas adultas explican que camuflarse todo el día es como estar de entrevista de trabajo permanente: midiendo cada palabra, cada gesto, cada silencio. Al final del día, llegan a casa y solo tienen fuerzas para desplomarse.

Algunas frases que se repiten en sus testimonios:

• “Siento que interpreto un papel que no es mío.”
• “Tengo que pensar en cómo estoy poniendo la cara mientras hablo.”
• “No sé dónde acabo yo y dónde empieza el personaje que me inventé para que me aceptaran.”

Esto no quiere decir que el camuflaje sea “malo” en sí mismo; a veces es una herramienta de supervivencia en entornos hostiles. Pero si es la única opción, el precio es perder acceso a una comunicación auténtica.

5. Señales de que tu hijo puede estar camuflando su comunicación

Cada persona es distinta, pero estas pistas pueden ayudarte a sospechar de camuflaje:

• En público parece muy “correcto”, pero luego te confiesa (a su manera) que no entiende las normas sociales o que le agobia la gente.
• Prefiere callarse en clase aunque sepa la respuesta o tenga una duda, por miedo a equivocarse o hacer el ridículo.
• Dice siempre “sí” a todo, incluso cuando después ves que no quiere o no puede.
• Evita mostrar intereses intensos que en casa sí comparte contigo (dibujos, números, personajes, temas específicos).
• Usa menos su comunicador, pictos o apoyos en el cole que en casa, y después del cole está agotado o irritable.

No hace falta que se cumplan todas. A veces basta con que tú, como madre o padre, tengas esa sensación de “aquí hay mucha actuación y poco espacio para ser él o ella de verdad”.

6. Cómo ayudar a bajar la máscara sin dejarle desprotegido

El objetivo no es decirle “deja de camuflar, sé tú 24/7” y lanzarle a entornos que siguen siendo hostiles. El objetivo es ir construyendo lugares seguros donde su comunicación natural sea bienvenida y respetada.

Algunas ideas prácticas:

• Casa como lugar sin máscara: deja claro (con palabras y con actos) que en casa puede moverse, usar su comunicador, no mirar a los ojos, hablar de sus temas favoritos sin límite.
• Validar su forma de comunicar: “No pasa nada si no quieres mirar a los ojos”, “Puedes decirme que no”, “Puedes escribirlo o usar el comunicador si hablar te cuesta”.
• No elogiar solo el camuflaje: en vez de “qué bien, hoy no has aleteado nada en el cole”, cambiar a “qué bien que hoy has podido decirle a la profe que te molestaba el ruido”.
• Negociar con el cole pequeños ajustes: que pueda usar cascos, tener un rincón tranquilo, usar CAA en clase, no obligarle a leer en voz alta si eso le genera mucha ansiedad.
• Hablar de la máscara abiertamente (cuando tenga edad): “Hay sitios donde a veces elegimos camuflarnos un poco para sentirnos más seguros, pero eso no quiere decir que tengas que dejar de ser tú. Tu forma de ser y de comunicar es válida.”

7. Camuflaje y salud mental: por qué importa tanto que le creas

La investigación reciente es bastante clara: cuanto más camuflaje sostenido, mayor riesgo de ansiedad, depresión y burnout autista, sobre todo cuando la persona siente que no tiene alternativa y que nadie ve su esfuerzo.

Por eso es tan importante que, al menos en algún lugar (idealmente en casa y en ciertos espacios del cole), tu hijo pueda sentir:

• “No tengo que actuar para que me quieran.”
• “Puedo decir que algo me molesta sin que me llamen exagerado.”
• “Puedo usar mi comunicador, mis manos, mis intereses intensos para expresarme, y eso no es motivo de burla.”

Cuando el entorno valida su comunicación auténtica, el camuflaje deja de ser una obligación para sobrevivir y pasa a ser, como mucho, una elección puntual en ciertos contextos. Y eso cambia completamente el peso que lleva sobre los hombros.

8. Mensaje final para madres y padres

Si sospechas que tu hijo se está camuflando, no has fallado como madre o padre. Has hecho lo mejor que sabías con la información que tenías. A partir de ahora, el foco puede ser otro: ayudarle a que su manera autista de comunicarse tenga un sitio real en el mundo.

No se trata de quitarle todas las máscaras de golpe, sino de ir construyendo poco a poco espacios donde pueda respirar sin ellas. Donde no tenga que gastar toda su energía en parecer “normal”, y pueda usarla en algo mucho más importante: ser él o ella misma y que su voz autista, tal y como es, sea escuchada y respetada.

Bibliografía

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• PsiSe Madrid (s.f.). Masking o camuflaje social en TEA. Disponible en: psisemadrid.org/masking/