“Mi hijo no quiere trabajar en el cole ni en casa”: lo que no te han contado(y necesitas saber)

Una de las frases que más escucho de madres agotadas es esta:
“No quiere trabajar. En el cole no hace nada. En casa tampoco. Le pongo una ficha, un dibujo, lo siento en la mesa… y no quiere. Si le insisto, llora. Se niega a todo.”

Y detrás de esa frase, siempre hay una madre frustrada, una profe confundida… y un niño saturado que no puede con lo que se le exige.

Porque no, no es que “no quiera”. Es que su cuerpo, su mente o su forma de procesar la información no están pudiendo sostener eso que tú llamas trabajo.

¿Qué está pasando realmente?

Muchos niños autistas se bloquean ante actividades que parecen sencillas: colorear, recortar, pegar, sentarse en la mesa. Pero detrás de esa aparente “rebeldía”, puede haber muchas razones:

• Le cuesta mantener la postura y la atención.
• Le abruma el contacto con materiales (pegamento, tijeras, texturas).
• No entiende el propósito de la actividad.
• No puede gestionar la incertidumbre o el control de otros sobre sus cosas.
• O directamente siente que lo obligan a algo que no eligió.

Cuando eso se repite, el cuerpo aprende a defenderse: se niega, se bloquea, llora, evita.

Ejemplo real: cuando el trabajo escolar se convierte en amenaza

Lucy me contaba que su hijo de 4 años, diagnosticado con autismo, se niega a hacer tareas tanto en casa como en la escuela. Que la profesora le dice: “Aquí nadie se para de su sitio mientras se trabaja”. Pero él no quiere sentarse. No quiere colorear. Y si lo obligan, termina llorando.

Un detalle clave: le encantan los colores, pero quiere tener su caja entera, no le gusta que la profe le dé solo uno. Quiere que nadie toque sus cosas. Y cuando le insisten, siente que lo invaden. Y se cierra por completo.

¿Te suena?

Lo que realmente necesita tu hijo no es que lo obligues, sino que lo entiendas

Aquí van herramientas concretas para acompañarle:

• Cambia el lenguaje: No digas “vamos a trabajar”. Di: “¿Jugamos con esto?” o “¿Te enseño algo divertido?”. Las palabras activan emociones.
• Ofrécele control: “¿Quieres usar rotuladores o ceras?” “¿Lo hacemos ahora o después de merendar?”
• Usa sus intereses como punto de partida: Si le gustan los coches, que recorte coches. El interés es la puerta de entrada.
• Respeta sus ritmos y su espacio: No todos pueden estar sentados 20 minutos. Puedes hacer la actividad en el suelo o en bloques cortos.
• Refuerza lo positivo sin corregir todo el rato: “¡Qué bien elegiste los colores!” “¡Me encanta cómo sujetaste las tijeras!”. Lo que se refuerza, se repite.

El problema no es tu hijo. Es la rigidez del entorno.

Cuando un niño autista se niega a hacer algo, no es por capricho, es porque algo en su entorno no está encajando con su manera de funcionar.

No necesita que lo corrijan. Necesita que lo comprendan. Que se adapten las formas, los tiempos, los objetivos.

Y cuando eso pasa… el “no quiere” se convierte poco a poco en “sí puede”.

Espero que este post te haya ayudado. Si necesitas más herramientas o quieres seguir aprendiendo cada día, suscríbete aquí abajo.
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