Hay días en los que todo parece ir bien… hasta que no.
Tu hijo grita, llora, se tira al suelo, se tapa los oídos o empieza a tirar cosas. Tú te quedas paralizada, o quizá te desborda el miedo, la impotencia, la culpa. Y lo peor es que nadie te explicó esto.
Eso que ves no es una rabieta. Es un colapso. Un meltdown.
Y aunque parezca lo contrario, no tiene el control de lo que le está pasando. No está eligiendo portarse mal. Está pidiendo ayuda a gritos.
¿Qué es un meltdown?
Un meltdown es una reacción intensa del sistema nervioso cuando ya no puede más.
Puede estar causado por sobrecarga sensorial, emocional o cognitiva, o por una acumulación de pequeños malestares durante el día.
Imagina un vaso lleno que no ha parado de recibir gotas. Una luz demasiado fuerte, una consigna confusa, un ruido que duele, un cambio inesperado, la exigencia constante de estar “tranquilo”, “atento”, “correcto”.
Y de repente… el vaso se desborda.
¿Cómo se ve un colapso?
Cada niño es distinto. Algunos gritan, otros se bloquean. Algunos golpean, otros se tapan, se escapan o dejan de hablar. Algunos incluso se hacen daño a sí mismos.
Y todos necesitan lo mismo: seguridad, contención, calma.
¿Qué NO hacer durante un colapso?
- No intentes razonar. Su cerebro no puede procesar en ese momento.
- No regañes ni amenaces. Solo aumentará su ansiedad.
- No lo ignores. Aunque no parezca “consciente”, está sufriendo.
- No lo compares: “los otros niños no hacen esto” solo lo hiere más.
¿Qué SÍ puedes hacer?
- Mantén la calma (aunque por dentro estés temblando).
- Asegura el entorno: que no haya cosas peligrosas cerca.
- Habla suave, poco y claro, o simplemente acompaña en silencio.
- Dale espacio si lo necesita, pero hazle saber que estás ahí.
- Abraza solo si él lo busca (hay niños que no toleran contacto en ese momento).
- Valida lo que siente, incluso si no lo entiendes del todo.
¿Y después del colapso?
Después suele venir un momento de agotamiento.
Es importante no hacer reproches. Puedes decirle:
“Sé que lo pasaste muy mal. Ya pasó. Estoy aquí contigo.”
Y luego, poco a poco, buscar juntos qué pudo haberlo causado.
No para evitarlo siempre (a veces no se puede), sino para prevenir.
Descansos sensoriales, rutinas claras, menos exigencias, anticipación, recursos de regulación… son herramientas que pueden marcar la diferencia.
Una frase que nunca falla:
“No pasa nada por colapsar. No estás mal. Te estás desbordando… y yo estoy aquí para ayudarte a volver.”
¿Tu hijo también tiene estos momentos?
No estás sola. Muchas familias los viven, pero casi nadie habla de ello.
Yo estoy aquí para ayudarte a comprender y acompañar sin culpa, sin miedo, con más recursos y más paz.
Si este post te ha servido, dale like y suscríbete. Cada día comparto claves útiles sobre autismo que puedes leer en solo 2 o 3 minutos:
www.vivirelautismo.family.blog
Susana Ariza Cantero
Coach en Neurodiversidad | Fundadora de Vivir el Autismo | Divulgadora de autismo
Susana@vivirelautismo.com
Bibliografía y referencias:
- Barry Prizant. Uniquely Human
- Irene López Assor. Cómo calmar un cerebro en llamas
- Doble Equipo. Guías para familias sobre autorregulación y colapsos
Deja una respuesta