A veces parece que en casa vivimos apagando incendios: crisis, explosiones, peleas por las rutinas, días que empiezan tensos y acaban peor… y mientras tanto vamos sobreviviendo como podemos. Pocas veces alguien se sienta con nosotras y nosotros a decirnos: “Vamos a descubrir qué necesita tu hijo para estar bien, no solo para dejar de ‘portarse mal’”.

Hoy te propongo hacer justo eso: crear un mapa de la felicidad autista para tu familia. No para tener una casa perfecta —eso no existe—, sino para dejar de ir a ciegas y empezar a ver con claridad qué sostiene el bienestar de tu hijo o hija.

¿Por qué un mapa de la felicidad y no otro checklist más?

La Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado de bienestar físico, mental y social, y no solo como la ausencia de enfermedad. Si esto es así para cualquier persona, en el caso del autismo todavía tiene más peso: no basta con que no haya “conducta problema”, necesitamos bienestar real.

La investigación en los últimos años muestra que, de media, la calidad de vida de las personas autistas suele ser más baja que la de la población general, en parte por la sobrecarga sensorial, la incomprensión del entorno y la falta de apoyos adecuados. Si solo nos centramos en “que no grite”, “que no pegue” o “que obedezca”, podemos tener menos líos externos… pero no necesariamente un niño más feliz.

Este Mapa familiar de la felicidad autista cambia la pregunta de fondo: en lugar de “¿cómo hago para que deje de…?” pasamos a “¿qué necesita para estar en calma, sentirse seguro y tener una vida que le guste, siendo como es?”.

Descargable del Día 7

He preparado una plantilla en formato horizontal para que puedas trabajarla con calma, en mesa, lápiz en mano y, si es posible, como familia.

Puedes descargarla aquí:

👉 Descargar “Mapa familiar de la felicidad autista” (PDF)

No hace falta rellenarlo todo en un día. De hecho, te recomiendo ir poco a poco, observando, apuntando y volviendo al mapa cuando vayas descubriendo cosas nuevas.

Cómo rellenar el mapa (paso a paso)

1. ¿Qué cosas regulan a mi hijo o hija?

Aquí van las cosas concretas que le ayudan a recuperar la calma, no a “portarse bien”:

• Abrazar o apretar un peluche, una manta o un cojín pesado.
• Balancearse, moverse, saltar o girar.
• Ver el mismo vídeo una y otra vez.
• Esconderse debajo de una manta o dentro de una casita.
• Jugar con agua, plastilina, arena o materiales que le relajan.
• Escuchar cierto sonido, canción o ruido de fondo que le tranquiliza.

Pregúntate: ¿qué busca cuando está mal?, ¿qué hace que su cuerpo se afloje un poco? Eso es regulación, no manías.

2. ¿Qué situaciones le generan calma?

Aquí pensamos en momentos, no en objetos. Algunas ideas que puedes anotar:

• Entrar en casa y tener 20–30 minutos sin que nadie le hable ni le pida nada.
• Tener claro el plan del día antes de salir.
• No tener que hacer varias cosas a la vez (comer, hablar, mirar, responder…).
• Estar con una sola persona en lugar de con mucha gente.
• Seguir siempre la misma rutina antes de dormir.

Cuanto más claras tengáis estas situaciones, más fácil será protegerlas, en lugar de llenarlas de deberes y exigencias.

3. ¿Qué personas le aportan seguridad?

No todas las personas producen el mismo efecto. Aquí puedes pensar:

• Con quién se le ve más suelto, aunque hable poco o nada.
• Con quién se queda tranquilo si tú sales de la habitación.
• Quién le mira con cariño y paciencia, sin juzgar ni presionar.

No es una lista de “personas buenas y malas”. Es una lista de personas refugio.

4. ¿Qué entornos favorecen su bienestar?

El entorno sensorial importa, y mucho: luces, ruidos, olores, eco, movimiento, temperatura… Todo eso puede ayudar o puede saturar.

En esta casilla puedes apuntar cosas como:

• Mejor luz cálida que fluorescentes fuertes.
• Menos ruido de fondo (televisión, radio, gritos, tráfico).
• Disponer siempre de un rincón tranquilo donde pueda retirarse.
• Ambientes con menos gente y menos cambios bruscos.

Este apartado os puede dar pistas para ajustar la casa, elegir actividades y negociar con el colegio qué cosas son razonables y cuáles le desbordan.

5. ¿Cuál es su interés especial o actividad de flow?

El flow es ese estado en el que una actividad nos absorbe tanto que el tiempo vuela y estamos profundamente concentrados. En el autismo, los intereses especiales no son un capricho: pueden ser una fuente enorme de felicidad, sentido y regulación.

Aquí puedes escribir:

• Ese tema del que podría hablar horas y horas.
• Esa actividad con la que se olvida de todo lo demás.
• Esos vídeos, juegos o proyectos a los que vuelve una y otra vez.

Tener claro cuál es su flow te ayudará a usarlo como regulador, integrarlo en su rutina y, con el tiempo, pensar cómo puede formar parte de su futuro.

6. Señales de bienestar que observo

Aquí miramos el cuerpo y el día a día: ¿cómo es cuando está bien?

• Tiene la postura más suelta, la cara más relajada.
• Se le ve con más curiosidad y menos alerta.
• Acepta alguna propuesta nueva sin tanto rechazo.
• Duerme algo mejor.
• Come con menos tensión.

La felicidad autista no siempre se parece a la imagen típica de “niño risueño todo el rato”, pero se nota en estos detalles.

7. Señales de sobrecarga que debo vigilar

Igual de importante es saber qué pasa cuando se está pasando de carga, antes de la explosión grande. Aquí puedes apuntar señales como:

• Se tapa los oídos más a menudo.
• Responde más brusco a cualquier cosa.
• Empieza a moverse de forma más nerviosa o repetitiva.
• Se encierra, deja de hablar o de mirar.
• Le cuesta más comer o dormir.

Este apartado te ayuda a pasar de “no me lo vi venir” a “veo que ya está entrando en sobrecarga, vamos a bajar estímulos y a ofrecer regulación”.

8. Compromisos familiares para aumentar su felicidad diaria

Esta casilla es el corazón del mapa. No son deseos (“que no tenga crisis”), son decisiones concretas que la familia se propone cuidar, por ejemplo:

• Respetar 20 minutos de calma al llegar a casa, sin preguntas ni exigencias.
• Anticipar los planes del día con pictos o agenda visual.
• No usar su habitación como lugar de castigo, sino como refugio seguro.
• Reservar cada día un rato para su interés especial sin culpa.

Aquí es donde el mapa deja de ser un papel bonito y se convierte en una guía para la vida diaria.

Cómo usar el mapa en el día a día

Algunas ideas para sacarle partido:

• Imprimirlo y tenerlo a la vista (frigorífico, corcho, despacho del cole…).
• Revisarlo cada pocos meses, porque las necesidades cambian.
• Llevarlo a reuniones con el colegio o con profesionales para que entiendan mejor a tu hijo o hija.
• Hacer otro mapa para ti como madre o padre: tu felicidad también cuenta.

No se trata de que de repente todo sea perfecto, sino de tener una brújula clara para decidir qué cuidar cada día.

Para cerrar el Día 7…

No podemos evitar todos los días difíciles, pero sí podemos dejar de vivir siempre a la defensiva. Este mapa es una forma de decir: “tu felicidad importa, y vamos a proteger lo que te hace bien”.

Hoy no te pido que cambies toda la rutina. Solo te propongo esto: descarga el mapa y empieza por una sola casilla. Una. Lo demás irá llegando.

💛♾️ Si te apetece, cuéntame en comentarios una cosa que tienes clara que hace más feliz a tu hijo o hija autista. A veces escribirlo es el primer paso para empezar a protegerlo.

• World Health Organization. Constitution of the World Health Organization. Consultado en noviembre de 2025. Disponible aquí.
• Tedla JS, et al. (2024). Assessing the quality of life in children with autism… Frontiers in Psychiatry. Disponible aquí.
• Simpson K. (2024). Time to Change How We Measure Quality of Life and Well-being of Autistic People. Review. Disponible aquí.
• Harrold A, et al. (2024). The association between sensory processing and stress in the daily lives of autistic adults. Disponible aquí.
• Abuhamdeh S. (2020). Investigating the “Flow” Experience: Key Conceptual and Methodological Issues. Disponible aquí.