Hoy hablamos de los bucles de pensamiento: esas ideas que se repiten una y otra vez, como un disco rayado que no termina de avanzar. Si tu hijo o hija vuelve una y otra vez al mismo tema (“¿y si mañana llueve?”, “pero me equivoqué”, “¿y si me miran raro?”), seguramente no busca discutir: está intentando calmar una incertidumbre.

Imagina una alarma de humo hipersensible. No hay fuego, pero salta con el vapor de la ducha. En la mente autista, un detalle ambiguo puede activar la “alarma” y, hasta que no aparece una señal clara de seguridad, la alarma sigue sonando. Por eso el pensamiento vuelve y vuelve: la mente está comprobando que todo está bajo control.

Otra imagen útil: un nudo marinero. Cuanto más tiras con fuerza, más se aprieta. Cuando respondemos con “ya está, no pasa nada, deja de pensar en eso”, el nudo no se suelta: se tensa. Necesitamos otro enfoque: validar, dar forma, y ofrecer un camino alternativo que la mente pueda aceptar.

Cómo suelen verse los bucles

• Bucle de anticipación: preguntas repetidas antes de un evento (“¿a qué hora exacta?”, “¿quién va?”).
• Bucle de error: volver a un fallo pasado (“lo hice mal, lo hice mal…”).
• Bucle social: reinterpretar miradas, bromas o silencios (“pensarán mal de mí”).
• Bucle sensorial: centrarse en un detalle físico (“ese ruido”, “esa etiqueta”).

Qué no ayuda (aunque lo digamos con buena intención)

• “No pienses en eso” → la mente oye “peligro” y aprieta más.
• “No es para tanto” → invalida la emoción y suma frustración.
• “Ya lo hablamos” (sin ofrecer una señal nueva) → la alarma sigue.

Qué sí ayuda (paso a paso)

1) Nombra y valida. Ponerle nombre baja el volumen: “Tu cabeza se ha quedado enganchada en esto porque quiere estar segura”. Validar no es dar la razón a la idea, es reconocer la emoción.

2) Pon límites a la forma, no al sentir. “Podemos hablar de esto 5 minutos y después lo aparcamos aquí (nota/agenda) hasta la tarde”. La emoción es bienvenida, el formato se organiza.

3) Haz visible la certeza que falta. Si la duda es “¿a qué hora?”, usa reloj visual, cuenta regresiva o un recordatorio escrito con hora exacta. El bucle pide datos concretos, no discursos largos.

4) Usa el “y” en vez del “pero”. “Te preocupa que llueva y tenemos un plan si pasa: chubasquero y juegos en casa”. El “y” integra, el “pero” cancela.

5) Transforma la pregunta repetida en procedimiento. De “¿y si…?” a “Cuando pase A, entonces B”. Pocas palabras, formato condicional, siempre igual.

Herramientas prácticas

Cuaderno “aparcadero”. Un cuaderno (o nota en el móvil) para aparcar el tema con hora de revisión (“17:30 lo retomamos 10 min”). Saber que volveremos al tema tranquiliza.

Semáforo de certezas. Tres columnas: Rojo (lo que no sabemos), Ámbar (lo probable), Verde (lo seguro). Escribir 1–2 ítems en cada color ayuda a ver que no todo es rojo.

Tarjetas “si… entonces…”. Prepara 2–3 tarjetas para escenarios típicos: “Si llueve → Plan B de interior”. “Si me equivoco → corrijo con lápiz y sigo”. La tarjeta corta el bucle porque ya hay respuesta.

Reloj visual de conversación. Marca 5 minutos para hablar del tema. Cuando el reloj termina, cambiamos a una actividad de regulación elegida (respiro con cuatro tiempos, presión profunda, movimiento).

Mapa de contexto. Dibuja rápido: “Ahora (A) → Después (B) → Más tarde (C)”. Situar el tema en una línea temporal reduce la urgencia de resolverlo ahora.

Ejemplos cotidianos con guiones cortos

Antes de una excursión (bucle de anticipación):
— “Te preocupa si habrá mucha gente. Y ya tenemos plan: si hay ruido, cascos + nos vamos al banco de la izquierda 5 minutos. Mira la tarjeta.”
— (Se enseña la tarjeta visual: “Si ruido → casco + banco izq. 5 min”).

Después de un error en clase (bucle de error):
— “Tu cabeza repite ‘me equivoqué’ para que no vuelva a pasar. Lo aparcamos 10 min y a las 18:00 lo revisamos con un ejemplo. Lo apunto aquí.”
— (Se escribe en el cuaderno “18:00 revisar ejemplo de fracciones”).

En casa por un gesto social ambiguo (bucle social):
— “No sabes si se enfadó o solo estaba serio. Lo que sí sabemos: te devolvió el libro y dijo ‘gracias’. Mañana le preguntas: ‘¿estabas serio o cansado?’. Ensayamos la frase 2 veces.”

Plan en 7 días (muy simple)

1. Día 1: elige un tipo de bucle (anticipación, error, social o sensorial).
2. Día 2: crea 2 tarjetas “si… entonces…” relacionadas.
3. Día 3: estrena el cuaderno “aparcadero” con horarios de revisión.
4. Día 4: practica el embudo: de validar → a dato concreto → a siguiente paso.
5. Día 5: añade una rutina de regulación corta post-conversación (movimiento/respiración).
6. Día 6: ensaya una frase de autocalma (“puedo aparcarlo y volver luego”).
7. Día 7: revisad qué herramienta funcionó mejor y deja una pegatina en esa.

Los bucles de pensamiento no son “desobediencia”. Son el intento del cerebro por no perderse en la incertidumbre. Cuando damos contexto, procedimientos claros y un lugar seguro donde dejar la preocupación, la alarma baja y la mente encuentra descanso.