Hay niños que parecen no parar nunca. Otros, en cambio, se mueven poco, pero se chocan con muebles, se caen más de lo habitual o parecen no notar bien dónde está su cuerpo. Nada de esto es “mala conducta”. Es propiocepción.

La propiocepción es el sentido que nos dice dónde está cada parte de nuestro cuerpo sin mirar. Es el que nos ayuda a coordinar, a planificar movimientos y a sentirnos seguros dentro de nuestra piel. Y en muchas personas autistas, este sentido funciona de manera diferente.

Cuando la propiocepción no se regula bien, aparece la búsqueda constante de movimiento o, al contrario, un cuerpo que parece “desconectado”. Y lo más importante: sin propiocepción, no hay calma. No hay atención. No hay bienestar.

🟡 ¿Cómo ayudar desde casa?

No hacen falta materiales caros ni terapias complicadas. Lo que necesitan son momentos de movimiento con sentido, distribuidos a lo largo del día y adaptados a su forma de ser.

1. Actividades de empuje y arrastre

Empujar el sofá, arrastrar una caja con libros, transportar una bolsa con toallas… Son actividades que “encienden” el cuerpo desde dentro. Suelen relajar y centrar muchísimo.

2. Saltos que regulen

Colchonetas, camas elásticas pequeñas, saltos en la cama (si en casa se permite)… Los saltos profundos generan una presión interna que tranquiliza el sistema nervioso.

3. Presión profunda en el día a día

Un abrazo fuerte si le gusta, enrollarlo en una manta, usar una manta con peso ligera o hacer el típico “burrito” apretadito. La presión profunda es oro puro para muchos niños autistas.

4. Juegos de equilibrio

Caminar por una línea en el suelo, usar un cojín inestable, hacer “equilibrios” entre muebles… Son juegos que mejoran la conciencia corporal sin que parezca un ejercicio.

5. Pausas de movimiento después del cole

Antes de pedir tareas, normas o conversaciones, ofrece 10–15 minutos de movimiento libre. Saltar, correr, rodar, bailar… Esto evita explosiones y reduce la sobrecarga del día.

🟡 “Mi hijo solo se calma si se mueve mucho”

No es un problema. Es una necesidad sensorial. Algunos peques necesitan mucha propiocepción para sentir su cuerpo y mantenerse regulados. Cuando se respeta, el comportamiento mejora solo.

Si ves que después de moverse está más tranquilo, más conectado y más capaz de escuchar, ya tienes la prueba: su cuerpo funciona así.

🟡 Señales de que necesita más propiocepción

• Se choca con muebles sin querer
• Busca tirarse al suelo o lanzarse encima del sofá
• Aprieta mucho al abrazar
• Mastica cosas que no son comida
• Se mueve de forma constante sin poder parar

Estas señales no son “mal comportamiento”. Son el lenguaje del cuerpo.

🟡 Recuerda esto

No se trata de “corregir” nada. Se trata de darle al cuerpo de tu hijo lo que necesita para vivir de forma más tranquila, más conectada y más feliz.

Cuando entendemos la propiocepción, la convivencia cambia y la vida familiar se hace mucho más ligera.