Si alguna vez has sentido que, por más que lo intentas, no logras ayudar a tu hijo autista, puede que estés olvidando lo más importante: conectar con él desde su mirada. No se trata de guiarle desde lo que tú crees que necesita, sino de convertirte en su apoyo desde donde él lo ve, desde su forma de entender el mundo.
Para poder acompañarle, primero necesitas cruzar ese puente que os separa, sumergirte en sus intereses, aceptar su manera única de ver la vida y ser su refugio constante. Solo cuando él sienta que estás de su lado, que entiendes su perspectiva, podrás ayudarle de verdad y darle el apoyo que necesita para ser feliz.
Ver el mundo a través de sus ojos
Imagina que el mundo es un enorme rompecabezas, pero tú tienes las piezas de otro juego. Eso es un poco lo que siente tu hijo autista cuando intenta comprender lo que pasa a su alrededor. Sus intereses restringidos no son solo un capricho, son su manera de dar sentido a ese rompecabezas caótico.
Si tu hijo solo quiere hablar de trenes, dinosaurios o de una serie concreta, en lugar de tratar de cambiar el tema, sumérgete en su mundo. Investiga sobre esos trenes, aprende el nombre de cada dinosaurio, conoce a los personajes de su serie favorita. Cuando muestras interés genuino en lo que él ama, le estás diciendo: «Estoy aquí contigo, en tu espacio seguro». Esa es la base de la conexión.
No guíes, acompaña
A veces creemos que, como adultos, debemos guiar siempre a nuestros hijos, decirles cómo hacer las cosas y corregirles constantemente. Pero en el autismo, esta estrategia puede generar más distancia que acercamiento. En lugar de ser el «líder», conviértete en un compañero de viaje.
Si tu hijo tiene una manera peculiar de hacer algo, como ordenar los juguetes en filas interminables, no lo interrumpas. Siéntate a su lado y ordénalos con él. Muéstrale que su forma de ver el mundo también tiene valor. No necesitas corregir para enseñar; a veces basta con estar presente, en calma, acompañando su proceso.
Sé su refugio constante
Para un niño autista, el mundo puede ser un lugar impredecible y abrumador. Los ruidos fuertes, los cambios repentinos y las expectativas sociales pueden resultar agotadores. En medio de ese caos, tú eres su ancla emocional. No basta con decir: «Estoy aquí para ti», tienes que demostrarlo con tu presencia constante, tu paciencia infinita y tu comprensión sincera.
Convertirse en su traductor
Muchos niños autistas tienen dificultades para expresar lo que sienten o necesitan. Tú puedes convertirte en su traductor emocional, alguien que interpreta sus gestos, sus miradas, sus pequeñas señales. Si se tapa los oídos, quizás el ruido le está molestando. Si repite una frase sin parar, puede que esté buscando calma o intentando procesar una situación.
No le falles, nunca
Este punto es clave: tu hijo necesita saber que siempre estarás ahí. No importa si las cosas no salen bien o si un día todo parece desbordarte. Para él, tú eres su refugio seguro. No prometas cosas que no puedas cumplir y, si alguna vez cometes un error, discúlpate. Reconocer que también te equivocas no te hace débil, al contrario, le enseña que el amor verdadero también incluye equivocarse y aprender juntos.
El verdadero vínculo: ser su guía, no su juez
No somos jueces de su manera de pensar o sentir. Somos su apoyo incondicional, el faro que les muestra el camino cuando el mar se pone bravo. No se trata de cambiarle para que encaje, sino de acompañarle para que sea feliz siendo quien es.
Reflexión final
Si realmente quieres ayudar a tu hijo autista, sé su aliado incondicional. Conéctate con él desde el respeto, el interés genuino y la voluntad de ver el mundo con sus ojos. Esa conexión profunda es el primer paso para construir un entorno seguro y feliz donde él pueda desarrollarse a su ritmo.
Susana Ariza – Divulgadora de Autismo
Correo: susana@vivirelautismo.com
Web: vivirelautismo.com
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