Vivir el Autismo

“Cuando entiendes a tu hijo, el autismo deja de ser un problema. Solo necesitas que alguien te muestre otra manera de mirar.”

Ansiedad en el autismo: la tormenta invisible que muchos no ven

La ansiedad no siempre se ve. No siempre llora. No siempre tiembla. A veces, se disfraza de rabia, de evasión, de resistencia. En el caso de muchas personas autistas —especialmente niños— la ansiedad no es una emoción ocasional, sino un estado constante. Una especie de niebla que les acompaña casi todos los días. Y entender por qué ocurre es clave para poder acompañar sin juicio y con estrategias que realmente ayuden.

¿Por qué es tan común la ansiedad en el autismo?

Las investigaciones actuales estiman que entre el 40% y el 60% de las personas autistas sufren algún tipo de trastorno de ansiedad. Pero más allá de diagnósticos formales, la ansiedad aparece como parte del día a día para muchos.

Esto no se debe a una “naturaleza nerviosa”, como algunos aún creen. La ansiedad es una consecuencia de cómo funciona el cerebro autista en un entorno que muchas veces resulta abrumador, impredecible y no adaptado.

Factores que influyen

  • Procesamiento sensorial diferente: Los estímulos se viven con más intensidad: luces, sonidos, olores, texturas… Lo que para otros pasa desapercibido, para un niño autista puede ser una amenaza constante. Esa sobrecarga sensorial genera tensión, incomodidad y ansiedad crónica.
  • Intolerancia a la incertidumbre: Muchas personas autistas tienen gran dificultad para manejar lo inesperado. El cerebro busca control y previsibilidad. Cuando no hay estructura o las cosas cambian sin aviso, el sistema nervioso se activa como si estuviera en peligro.
  • Dificultades en la autorregulación emocional: El córtex prefrontal —encargado de regular emociones, controlar impulsos y planificar— funciona de forma diferente en el autismo. Si a esto se suma la hiperactividad de la amígdala (centro de detección del peligro), se entiende por qué es tan difícil “calmarse” con lógica.
  • Demandas sociales o cognitivas excesivas: Entornos con muchas instrucciones, ruido, interacción constante o exigencias escolares pueden desbordar rápidamente a un niño autista. Y cuando no puede más, llega la ansiedad o la desregulación.
  • Camuflaje y adaptación forzada: Especialmente en niñas, se observa cómo muchas aprenden a forzarse a parecer neurotípicas. Esto tiene un coste altísimo: ansiedad interna, agotamiento y pérdida de identidad.

Anécdota realista

Hace unas semanas, una mamá me contaba que su hijo de 7 años no podía dormir la noche anterior a ir al colegio. Vomitaba, lloraba, se retorcía el estómago. A ella le decían que era “teatro” o “manipulación”, pero en sesión descubrimos que lo que tenía era miedo a no saber qué iba a pasar. Su profesor cambiaba las rutinas cada día, y eso lo desestabilizaba. Solo cuando empezaron a usar un horario visual y a anticiparle los cambios con tiempo, su ansiedad comenzó a bajar. Ya no hubo vómitos. Solo necesitaba sentirse seguro.

¿Cómo se puede trabajar la ansiedad en el autismo?

  • Anticipación visual: Usa calendarios, horarios visuales, pictogramas o apps para que sepa qué va a pasar y cuándo. La previsibilidad reduce mucho la ansiedad.
  • Ambientes reguladores: Minimiza los estímulos invasivos. Si sabes que hay ruidos fuertes o luces intensas, adapta. El entorno es clave.
  • Códigos de seguridad emocional: Establece gestos, tarjetas o frases clave que pueda usar para comunicar que necesita parar o retirarse.
  • Rutinas claras, pero flexibles: Las rutinas dan seguridad, pero también hay que enseñar qué hacer si algo cambia.
  • Trabajo corporal y sensorial: Muchas veces la ansiedad se acumula en el cuerpo. Juegos de presión profunda, columpios, masajes, ejercicios de respiración o incluso caminar descalzos ayudan a liberar esa carga.
  • Valida y nombra lo que siente: Aunque no pueda expresar su ansiedad, dile: “Parece que esto te angustia”, “Estoy aquí contigo”, “Lo que sientes es real”. Esa conexión es medicina.

Conclusión

La ansiedad no es parte del autismo, es una consecuencia de vivir en un entorno que no entiende cómo funciona ese cerebro. No es una debilidad, no es un defecto. Es una señal de que ese niño está haciendo un esfuerzo inmenso por sobrevivir a lo que otros ni siquiera notan.

Y cuando lo comprendemos, ya no lo vemos como un problema que hay que corregir, sino como un sufrimiento que merece acompañamiento.

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Bibliografía:

  • Wood, J. J., Gadow, K. D. (2010). Exploring the nature and function of anxiety in youth with autism spectrum disorders. Clinical Psychology: Science and Practice.
  • Spain, D. et al. (2018). Social anxiety in autism spectrum disorder: A systematic review. Research in Autism Spectrum Disorders.
  • Rodgers, J. et al. (2012). The relationship between intolerance of uncertainty and anxiety in autism. Journal of Autism and Developmental Disorders.
  • Autismo Burgos. (2021). La ansiedad en personas con TEA
  • SOM360. (2024). Ansiedad en el TEA

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