
Muchos niños autistas tienen dificultades para percibir el peligro. Esto puede deberse a diferencias en el procesamiento sensorial, la dificultad para anticipar consecuencias o la inercia cognitiva, que les hace seguir una acción sin evaluar los riesgos. Como padres, esto puede generarnos mucha ansiedad, pero hay estrategias para ayudarles a desarrollar una mayor conciencia del peligro sin caer en el miedo o la sobreprotección.
1. Entender su percepción del mundo
Es importante recordar que su forma de procesar la información es diferente. Algunos niños pueden no notar señales de peligro que otros captan de forma natural. Por ejemplo, pueden no reaccionar ante un coche que se acerca porque no procesan el movimiento como una amenaza inmediata.
2. Enseñar con apoyo visual y experiencias concretas
El lenguaje verbal puede no ser suficiente para explicar el peligro. Usa apoyos visuales, como pictogramas o secuencias de imágenes, para enseñar qué es seguro y qué no. También es útil practicar en situaciones controladas, como cruzar la calle juntos mientras señalas los coches y explicas qué hacer.
3. Crear normas claras y repetitivas
Los niños autistas suelen beneficiarse de reglas concretas y predecibles. En lugar de decir “ten cuidado”, que es una indicación muy abstracta, establece reglas claras:
• “Siempre me das la mano para cruzar la calle.”
• “El fuego siempre quema, no lo toques.”
• “Si ves agua profunda, siempre preguntas antes de acercarte.”
Repetir estas normas con regularidad ayuda a interiorizarlas.
4. Usar apoyos físicos si es necesario
Si tu hijo tiende a salir corriendo o a exponerse a situaciones de riesgo sin darse cuenta, puedes considerar medidas de seguridad como:
• Cierres en puertas o ventanas si intenta salir solo.
• Un sistema GPS si existe riesgo de fuga.
• Pulseras con información de contacto en lugares públicos.
5. Enseñar con experiencias seguras
Permitir que experimente ciertas situaciones en un entorno seguro puede ser más efectivo que solo advertirle. Por ejemplo, tocar algo caliente de manera controlada (como una taza tibia) puede ayudarle a asociar el calor con precaución.
6. Reforzar los comportamientos seguros
Cada vez que siga una indicación de seguridad, refuérzalo con elogios o recompensas. Puedes usar sistemas de refuerzo positivo, como un cuadro de logros con pegatinas cada vez que siga una norma de seguridad.
7. Adaptar el entorno para minimizar riesgos
No siempre podemos confiar en que entienda el peligro, por lo que es fundamental adaptar el entorno. Algunas ideas incluyen:
• Vallas en piscinas o lugares peligrosos.
• Alarmas en puertas si hay riesgo de fuga.
• Reducir distracciones en lugares de riesgo, como la calle.
8. Anticipar y preparar
Si vas a ir a un lugar con riesgos (una playa, un parque de atracciones, una carretera concurrida), explícale con anticipación qué normas de seguridad debe seguir. Usa imágenes, cuentos sociales o enséñale vídeos para que sepa qué esperar.
Conclusión
Un niño que no tiene sensación de peligro no es irresponsable ni “desobediente”, simplemente procesa el mundo de manera diferente. Con estrategias adecuadas, podemos ayudarle a comprender y responder mejor a los riesgos sin generar ansiedad ni limitar su autonomía.
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Coach en Neurodiversidad
Madre de autista
Divulgadora de autismo
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