La Tribu Dorada


“Cuando entiendes a tu hijo, el autismo deja de ser un problema. Solo necesitas que alguien te muestre otra manera de mirar.”

Cómo ayudar a tu hijo autista a gestionar la sobrecarga sensorial

Hay lugares que para muchos son “normales” y para nuestros peques son un torbellino: supermercados, centros comerciales, cumpleaños, incluso el salón de casa cuando hay visitas. No es que “exageren”; es que perciben más, procesan distinto y el cuerpo, por protegerse, se defiende: manos en los oídos, llanto, huida, rigidez, gritos. A eso lo llamamos sobrecarga sensorial. Este post es directo y útil: entender qué pasa, reconocer las señales temprano y actuar con herramientas que de verdad funcionan.

1) Entender la sobrecarga sensorial sin culpas

El sistema nervioso de algunas personas autistas recibe los estímulos como si vinieran en “modo altavoz”: luces muy blancas, música de fondo, pitidos de cajas, carros chocando, altavoces que anuncian ofertas, olores a pan, perfumes y detergentes, etiquetas que pican, temperatura del aire… Todo llega a la vez y con poca jerarquía. El cerebro intenta filtrar, pero cuando la cantidad supera su capacidad, aparece la sobrecarga. No es un “no quiere”, es un no puede más.

Una imagen sencilla: imagina un embudo. Si echas agua poco a poco, pasa. Si la vuelcas de golpe, rebosa. Nuestro trabajo no es “ensanchar a la fuerza” el embudo, sino regular el caudal y ofrecer vías de salida.

2) Señales tempranas: detectar para llegar a tiempo

Cada niño o niña tiene su propio “diccionario de señales”. Observa cuáles aparecen 5–10 minutos antes de la crisis grande. Algunas frecuentes:

  • Se tensa la mandíbula, frunce el ceño o evita la mirada.
  • Empeora la coordinación: deja caer cosas, tropieza, choca con personas o estanterías.
  • Se tapa los oídos, se balancea, aprieta las manos o mordisquea la manga.
  • Respira más rápido, se mueve sin rumbo, habla menos o se “apaga”.
  • Se pega a ti o, al contrario, intenta salir corriendo.

Cuando reconozcas dos o tres señales seguidas, no esperes a que “se le pase”: actúa preventivamente con la secuencia que verás más abajo.

3) Preparación en casa: el 70% del éxito

La mejor intervención ocurre antes de salir. Tres pilares tradicionales que no fallan: anticipación, rutina y objetivo claro.

  • Anticipa con visuales: enseña fotos reales del lugar (puerta del súper, pasillo, caja), explica en 3 pasos: “entrar – coger 3 cosas – salir”. Si usáis comunicador, prepara botones o frases clave (“descanso”, “demasiado ruido”, “salir y volver”).
  • Rutina breve y siempre igual: el mismo súper, misma hora tranquila (evita picos), misma ruta (fruta – pan – caja). La previsibilidad baja la ansiedad.
  • Objetivo claro y corto: “solo pan, leche y huevos”. Diez minutos. Mejor dos viajes cortos que uno eterno.

4) Kit de regulación para la mochila

Piensa en un botiquín sensorial “ligero” que puedas usar en la fila o entre pasillos:

  • Auriculares con cancelación o cascos simples (el silencio es oro).
  • Gafas de sol o visera para luces frías.
  • Snack que regule (crujiente o masticable) y agua.
  • Objeto de presión (pelota pequeña, aro elástico, mordedor si lo usa).
  • Tarjetas visuales tamaño bolsillo: “descanso”, “demasiado ruido”, “baño”, “salir”.

5) Guion breve de acompañamiento

En sobrecarga, muchas palabras estorban. Usa frases-código, voz más baja de lo normal y pausas claras:

“Estoy contigo.” – presencia y seguridad.
“Mucho ruido. Auriculares.” – nombrar + acción.
“Dos cosas y salimos.” – acotar.
“Respira conmigo. 4 dentro, 6 fuera.” – cuerpo.

6) Secuencia 3–2–1 para el supermercado

Funciona muy bien con peques y también con adolescentes. Es simple y predecible:

  1. 3 pasos fijos: entrar – coger – pagar. (Muéstralos con pictos o dedos.)
  2. 2 descansos cortos si hace falta: rincón menos ruidoso del pasillo, mirar por la ventana, tocar el carro con presión.
  3. 1 salida clara: “cuando la barra suba, salimos”; “cuando el ticket salga, adiós súper”.

7) En plena sobrecarga: qué hacer y qué NO hacer

Sí hacer:

  • Acercarte de lado, avisar con tu presencia y tu mano a la vista (sin agarrar por detrás).
  • Bajar tu postura y tu voz; facilita un refugio visual (tu cuerpo, el carro, una columna).
  • Ofrecer elección cerrada: “¿auriculares o salir a la puerta 1 minuto?”
  • Permitir movimiento regulador: balanceo, apretar la pelota, presionar manos.
  • Si hay empujones o golpes, protege con el cuerpo y retira demandas. Primero calma, luego normas.

No hacer:

  • Regañar o “razonar” largo. El cerebro no procesa discursos en modo alarma.
  • Forzar contacto físico si lo aumenta (abrazo solo si lo pide o si funciona con él/ella).
  • Quedarte “para que aprenda”. Aprenderá más si salís y luego volvéis con plan.

8) Salida estratégica (y digna)

Si toca salir, que sea con estructura y respeto: “salimos 2 minutos a la puerta y luego decidimos”. Evita huir corriendo; camina despacio, guíalo con tu brazo visible, y una vez fuera baja estímulos (sombra, silencio, agua). Cuando baje la activación, decide: volver a por lo básico o reprogramar. No es fracaso: es regular para poder volver otro día.

9) Después de la tormenta: reparar y aprender

De vuelta a casa, con el cuerpo tranquilo, revisa en 3 pasos:

  1. Validación: “había mucho ruido y luces; hiciste lo mejor que pudiste”.
  2. Mapa simple: dibuja juntos el súper y marcad los lugares más ruidosos/tranquilos. Elegid nueva ruta.
  3. Práctica breve: ensayad con juego simbólico (cajas como estanterías, una “caja” de pago con ticket dibujado). La próxima vez el cerebro reconocerá la secuencia.

10) Ajustes razonables que puedes pedir (y que suelen aceptar)

  • Horario tranquilo (primeras o últimas horas).
  • Caja prioritaria para discapacidad (muchos comercios la ofrecen si lo explicas con respeto).
  • Apagar música o bajar volumen puntualmente en tu turno.
  • Permitir entrar con auriculares o gafas sin que “se los quite para hablar”.
  • Evitar comentarios de personal o clientes: “gracias por su paciencia, está sobrecargado”. Frases cortas, tono amable.

11) En casa, el mismo principio

No solo se sobrecargan fuera. En casa, demasiados juguetes a la vista, tele de fondo y varias voces pueden ser igual de intensos. Aplica la regla menos, mejor:

  • Una sola pantalla encendida y volumen bajo.
  • Rotación de juguetes (3–5 visibles; el resto guardado).
  • Rincón de calma estable (luz cálida, manta con peso, material de manos).
  • “Primeros minutos de aterrizaje” al llegar del cole: cero preguntas, snack y agua, 10 minutos de libre.

12) Si hay hermanos o familia

Explícales en simple: “tu hermano oye más fuerte y ve más cosas; a veces su cuerpo se cansa y necesita silencio”. Enséñales cómo ayudar: pasarle los auriculares, acompañarlo a la puerta, traer agua, avisarte sin regañar. La familia es equipo.

13) Señales de avance real

Progreso no es “ya aguanta 2 horas en el centro comercial”. Progreso es: pide auriculares antes de entrar; avisa “demasiado ruido”; acepta salir 2 minutos y volver; tolera fila corta; cambia el gesto de pánico por respiración contigo. Celebra eso. Construye sobre lo que sí funciona.

14) Mantra para días difíciles

No es contra mí, es contra el ruido.
No es testarudez, es protección.
Primero calma, después normas.
Hoy salimos, mañana volvemos con plan.

Bibliografía

  • Prizant, B. (2015). Uniquely Human: A Different Way of Seeing Autism. Simon & Schuster.
  • Grandin, T. (2013). The Autistic Brain: Thinking Across the Spectrum. Houghton Mifflin Harcourt.
  • Ayres, A. J. (2005). La integración sensorial y el niño. Western Psychological Services.
  • Dunn, W. (1997). The Impact of Sensory Processing Abilities on the Daily Lives of Young Children. Infants & Young Children.
  • Vermeulen, P. (2015). Autism as Context Blindness. AAPC.

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Susana Ariza Cantero
Defensora de la neurodiversidad, activista por la inclusión real y guía de familias que quieren comprender, no corregir.
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