A veces te lo sueltan como si fuera un insulto.
“Es que lo sobreproteges…”
“Vas a crearle una dependencia…”
“Ese niño necesita mano dura…”
“Así no va a aprender nunca…”
Y lo dicen así, sin conocerte.
Sin saber lo que vives.
Sin haber estado ni un solo día en tus zapatos.
Pero si algo he aprendido es esto:
No hay sabiduría más pura que el instinto de una madre.
Y eso no es frase de autoayuda. Es un hecho.
Yo lo he vivido. Y lo he visto en decenas de madres.
Como la mamá que me escribió una vez porque su hijo no paraba de llorar cuando lo dejaban en la terapia. Todos le decían que era normal, que tenía que acostumbrarse, que era parte del proceso.
Pero ella sentía algo raro.
Y no se equivocaba.
Resultó que el terapeuta usaba gritos, premios y castigos para controlar la conducta.
Ese niño no necesitaba acostumbrarse: necesitaba ser defendido.
O la madre que notaba que a su hijo le molestaba la ropa, las costuras, los sonidos fuertes.
Le decían que era un niño mimado, que solo buscaba llamar la atención.
Pero ella sabía que no era eso.
Y gracias a su insistencia, descubrieron que lo que pasaba era sensorial.
Ese niño no necesitaba que lo “endurecieran”: necesitaba comprensión, regulación y un entorno amable.
¿Y sabes qué tenían en común esas madres?
Que las llamaron exageradas.
Que las hicieron dudar.
Pero también que confiaron en su intuición.
Y eso lo cambió todo.
Nadie está en tus zapatos
Toda esa gente que opina desde fuera no ha pasado:
– Una crisis en plena calle con miradas de juicio clavándose como cuchillos.
– Una tutoría en la que te dicen que tu hijo “es un problema”.
– Una noche sin dormir porque el cuerpo de tu niño está inquieto y no sabes por qué.
– Un diagnóstico que te remueve el alma y te obliga a reconstruir tu mirada.
– Días enteros buscando respuestas, sabiendo que el mundo no está hecho para niños como el tuyo.
Pero tú ves la película completa.
Y tú sí sabes todo lo que tu hijo ha recorrido para llegar hasta aquí.
Y por eso no es sobreprotección.
Es protección consciente.
Es adaptación.
Es cuidado.
Es amor del que salva.
No vamos a dejar que el mundo les pase por encima solo para que “se acostumbren”.
¿Tú soltarías a tu hijo en un río helado para que aprenda a nadar?
No.
Eso hacemos nosotras.
Creamos una burbuja no para aislarles, sino para darles lo que necesitan en el momento en que lo necesitan.
Y si a alguien no le gusta… lo siento, pero aquí no venimos a gustar.
A ti, mamá, te digo esto:
- No estás exagerando.
- No estás loca.
- Estás viendo algo que otros no ven.
Y si el mundo no lo entiende, que se aparte.
Porque tú no vas a dejar de proteger lo que más amas.
Tú eres la que está ahí cuando nadie más lo está.
La que da la cara.
La que lucha.
La que sostiene.
Honra esa intuición.
Escúchate.
Y sigue siendo esa madre que no se calla cuando ve algo injusto, que no entrega a su hijo al juicio ajeno, que se atreve a decir “hasta aquí”.
Porque tu hijo no necesita que el mundo lo entienda.
Te necesita a ti. Fuerte. Presente. Y segura.
Y eso, madre, es exactamente lo que eres 💛∞
🌟 ¡Si te ha gustado, sígueme en Facebook! 🌟
Si buscas apoyo, herramientas prácticas y recursos útiles sobre autismo, ¡te invito a seguirme! 💛 ∞
👉 Sígueme aquí: Vivir el Autismo en Facebook
🚀 ¿Quieres unirte a mi comunidad?
Únete a nuestro grupo donde compartimos experiencias de manera cercana y segura.
👉 Únete aquí: Familias que Viven el Autismo
👉 Y si eres de España, entra también a nuestro grupo específico:
Familias que Viven el Autismo en España
Susana Ariza Cantero
Divulgadora de autismo
susana@vivirelautismo.com
Deja una respuesta