
Sobre mí
Soy Susana Ariza. Coach en Neurodiversidad, madre de un hijo autista, y fundadora de Vivir el Autismo.
Pero antes de todo eso, fui una madre como tú. Una madre con mil preguntas, muchas lágrimas y una determinación que nacía del amor más profundo.
Cuando mi hijo tenía 6 años, tocamos fondo.
Estaba desregulado, incomprendido, sin apoyos reales.
El colegio no colaboraba, no se adaptaban a él, y yo estaba agotada.
Hacíamos mil terapias.
Logopedia, estimulación, sensorial, integradoras, privadas, caras…
Gastábamos muchísimo dinero buscando que dijera al menos una palabra, que se regulara un poco, que avanzara.
Pero no llegaban los resultados. Solo frustración, culpa y la sensación de estar fallando.
Mientras tanto, yo estaba embarazada de mi hija pequeña, y seguía peleando con el colegio para que al menos implantaran PECS. Aún no existía Proloquo2Go, y era lo único que me habían recomendado. Nadie me daba alternativas. Y yo solo hacía lo que me decían, porque no sabía otra cosa.
El punto de quiebre
Me llamaron del colegio. Las profesoras estaban hartas de mí, de que insistiera en lo de la comunicación. Me citaron con el orientador.
Era un hombre de unos cincuenta años, psicopedagogo del centro.
Yo fui con la esperanza de que, al fin, alguien me escuchara. De que pudiera convencerle de que mi hijo tenía derecho a comunicarse.
Él empezó a hablarme de pruebas que le habían pasado, de diagnósticos que yo no conocía, y luego, con absoluta frialdad, me miró a los ojos y me dijo:
“¿Para qué quieres que tu hijo se comunique? Es poco más que un animal.”
Así. Sin más. Sin pestañear. Sin ninguna empatía.
Yo me quedé en silencio. Sola. Embarazada. Sentada frente a un hombre que estaba diciendo que mi hijo no merecía comunicarse.
No recuerdo cómo salí del colegio. Solo sé que en cuanto crucé la puerta, me derrumbé.
Lloré como nunca antes. Lloré desde lo más profundo. De rabia, de impotencia, de dolor.
Pero cada lágrima que caía me daba fuerza.
Y en medio de ese llanto, algo se activó en mí.
Esa fue la última vez que permití que alguien me hiciera dudar del valor de mi hijo.
El comienzo de todo
Ese día decidí que si nadie lo veía como persona, yo me encargaría de demostrar que lo era.
Que tenía derecho a expresarse. A ser comprendido. A ser acompañado con respeto.
Y así empezó mi verdadera transformación.
Tuve la suerte de poder permitirme una formación profunda durante años:
cursos, congresos, libros, mentorías, experiencias reales…
Me formé con los mejores referentes, y seguí aprendiendo sin parar.
Invertí tiempo, dinero y alma en entender a mi hijo.
Y cuanto más aprendía, más claro lo veía:
yo era el pilar de mi hijo. Igual que tú lo eres del tuyo.
Si tú no te formas, si no entiendes el porqué de cada terapia, de cada crisis, de cada reacción… nada funcionará.
Nadie se va a implicar con tu hijo como tú.
Por eso creé Vivir el Autismo.
Para que tú no tengas que pasar por lo mismo.
Para empoderarte. Para que no sigas tirando tiempo ni dinero en caminos que no funcionan.
Para que te conviertas en la mejor herramienta de tu hijo.
Hoy acompaño a madres que están donde yo estuve.
Y lo hago con la experiencia de una madre, con la formación de una profesional, y con la pasión de alguien que ya caminó ese tramo.
Y así terminó esta parte de la historia…
No logré que mi hijo hablara como yo pretendía en aquel momento. Pero logré algo mucho más importante:
Entendí que cada persona tiene derecho a comunicarse como mejor le venga. Y que ningún modo de comunicación es menos válido que otro.
Hoy en día, mi hijo se comunica con Proloquo2Go. Y ha avanzado en todos los sentidos. No sé lo que será de él en el futuro —si conseguirá un trabajo, una pareja, una vida autónoma…— pero sí puedo decir algo con absoluta certeza:
Es un adolescente feliz. Y verlo feliz… es lo que me hace feliz a mí.
📩 Si quieres saber más sobre cómo puedo ayudarte,
o escríbeme por WhatsApp al +34 607 25 15 45.